Porque no fue su espada la que conquistó la tierra,
ni fue su brazo el que les dio la victoria:
fue tu brazo, tu mano derecha;
fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas.
Salmo 44:3
Cuando Israel tomó posesión de la tierra prometida, no lo logró porque fueran fuertes o tuviesen las mejores espadas sino porque Dios iba peleando a favor de ellos porque los amaba. Hoy Dios nos ama y nos recuerda que lo que sea que logremos no es porque seamos los mejores o porque tengamos los mejores recursos o las mejores conexiones sino porque él nos dió la victoria y puso gracia en nosotros para que lo lográramos. Es por eso que debemos ser agradecidos, ya que él lo hizo posible.
Un mensaje para reflexionar y compartir
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