Cuando Jesucristo vino a nuestro mundo, no vino en plan de turista a vivir la experiencia de ser humano. Él desde un principio sabía todo lo que tenía que hacer, puesto que él vino a cumplir una misión y en el tiempo señalado hizo lo que tenía que hacer. Esto incluye no solamente el hacer milagros y ser elogiado por las multitudes, sino tomar su cruz y dar su vida por la humanidad.
Y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí.
Mateo 10:38
Cuando Dios nos llama al ministerio, naturalmente tendremos aplausos y honores de parte de los hombres que muchas veces se admirarán por nuestra devoción. Pero también tendremos que enfrentar oposición y atravesar por situaciones amargas tal como lo hizo nuestro Señor. Y siguiendo su ejemplo debemos estar dispuestos incluso a dar nuestras vidas si es necesario por defender nuestra fe. Ten por seguro que si lo haces de ese modo tu recompensa está asegurada.
Un mensaje para reflexionar y compartir
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